Summary
Cuando era niño, Encrid escuchó unas palabras que dejaron una profunda huella en él: «Eres un genio». Sin embargo, con el tiempo, descubrió que aquella frase se convirtió en una carga. Su mayor anhelo era convertirse en caballero, pero el camino no era sencillo. «¿Acaso crees que puedes vivir de la espada con tan poca destreza?», se burlaban algunos. Otros, más directos, le aconsejaban abandonar: «Ríndete». Pero Encrid no estaba dispuesto a renunciar. Se exigía cada día más, reduciendo sus horas de sueño, aumentando su resistencia y entrenando con mayor dedicación. Hasta que, inesperadamente, su vida llegó a su fin con una puñalada en el cuello. No obstante, al amanecer del nuevo día, volvió a abrir los ojos.